Friday 26 September 2014

La Satánica Trinidad

Ayer leí una carta abierta en contra del aborto que ha publicado la persona Juan Antonio Reig Pla y que ha tenido a bien titular: “LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE”.

La persona Juan Antonio Reig Pla es un hechicero de alto rango del culto mayoritario en España y, entre muchas otras cosas, está convencido de que hace unos dos mil años, antes de que existieran las técnicas in-vitro, una señora se quedó embarazada sin copular. También piensa que el hijo de ese embarazo, que fue un buen hombre con ideas bastante hippies, podía andar sobre el agua, además, dice que éste, amén de hombre, era también una paloma y un ser incorpóreo. Defiende que el ente incorpóreo, aun siendo lo mismo que ese hombre, era también su padre; y que la paloma, a pesar de ser también el ente incorpóreo y su hijo, fue la que dejó embarazada a su madre sin eyacular dentro de ella. Lo que nunca quedó claro fue si la paloma era macho o hembra. A esta analogía pajimentalera la llama la santísima trinidad y pobre del que lo cuestione; lo escribieron los evangelistas -que yo pondría la mano en el fuego que son antepasados de Iker Jiménez-, y lo que dijeron los evangelistas va a misa.

Monseñor Reig Pla -lo de monseñor es el tratamiento que acorde con ese culto se les debe dar a las personas de cierto rango- también postula que, cierta gente que ha estudiado en unos centros que se llaman seminarios, los cuales parece ser que tienen unos índices de pedofilia entre sus antiguos pupilos de muy padre señor nuestro, después de hacer una coreografía divina y pronunciar un conjuro son capaces de convertir un trozo de pan en el cuerpo del señor que andaba sobre el agua -el mismísimo hijo de la que no copuló y del ente incorpóreo que a la vez es la paloma que dejó embarazada a la señora del útero paranormal y que también es el señor que andaba sobre el agua-. Según dice el obispo -obispo es el nombre del cargo que desempeña en la insitución que maneja el cotarro de este culto-, ese trozo de pan, después de ser convertido en el cuerpo del miembro carnal de la santísima analogía, sigue teniendo aspecto de pan para que los iniciados se lo coman. Así, el inocente acto de comer un trozo de pan se convierte a través de un ritual de magia potagia en un etéreo acto de antropofagia divina. ¡Viva Cristo Rey!

En la arenga que patosamente disfraza de carta abierta, Monseñor Juan Antonio Reig Pla, desafía con 8 puntos a la comunidad católica de la triste y mancillada España, a hacer un sobresfuerzo para que a modo de cruzada luche contra el enemigo común que ha “informado ideológicamente” e “infectado(sic) a los partidos y sindicatos mayoritarios. Esas malignas hordas demoníacas, que son la raíz del peor de los males y que tanto evocan al, ya caduco, contubernio judeo-masónico, no son otras que el feminismo radical, la ideología de género y el lobby LGBTQ (sick!). Supongo que para este poblador del mundo, los que son como yo, que nos consideramos feministas, que defendemos la ideología de género y que somos maricones o bolleras o bisexuales o trans o intersex o incluso heterosexuales, de los que pegamos el rollo sobre la igualdad cuando nos sale de la brinca de nuestro reverendo coño, debemos de ser como una versión satánica del hippie que andaba sobre el agua. O sea, que somos nosotros, pero somos satán, porque personificamos a la satánica trinidad (feminismo radical/ideología de género/lobby LGBTQ). Nunca creí que me llenaría de tanto orgullo y satisfacción ser el anticristo.

Cuando me he puesto a escribir esto primero he pensado que podría empezar este texto dando mis puntos de vista sobre el aborto. Creí que podría esgrimir que una persona es persona cuando se enfrenta con su totalidad física al mundo, que antes de eso es un feto, que por lo tanto un feto no es una persona sino una parte del cuerpo de la mujer que lo está gestando, y que como cualquier parte del cuerpo de cualquier persona nadie más que la persona que es dueña de ese cuerpo puede decidir lo que hace con él; porque la persona en sí es el propio cuerpo y cada individuo puede hacer consigo mismo lo que le salga del papo. Pero entonces me he acordado de con quién estamos tratando.

Tratamos con la institución que condena moralmente a los que quieren dejar de sufrir y prefieren morir sin dolor, porque cree que nuestras vidas y nuestros cuerpos no nos pertenecen a nosotros, sino a su dios; tratamos con esa iglesia que hasta el año 1996 tenía en Irlanda conventos que esclavizaban a mujeres que eran retenidas en contra de su voluntad, sin haber pasado por juzgado alguno, y que a día de hoy no ha compensado de ninguna forma a una sola de ellas ni a sus familias; tratamos con la que hasta hace poco menos de 40 años apoyó durante casi medio siglo a la dictadura del único dictador de Europa que murió de viejo ejerciendo su cargo, porque ellos, los abanderados de esa moral absoluta que es rígida solo para los demás, no solamente callaron, sino que fueron el instrumento principal para inculcar unos valores de mierda, basados en el terror, que situaron a España en el segundo puesto de países con más desaparecidos por represión después de Camboya; tratamos con la misma institución que ha protegido a los pederastas que ha auspiciado en su seno, hasta que la pelota ha sido ya tan grande que los gobiernos de los países donde actuaban les han parado los pies, porque ni por vergüenza movieron un dedo cuando todo el mundo sabía lo que estaba pasando; tratamos con esa iglesia apostólica y romana que miró hacia otro lado cuando supo que millones de judíos estaban muriendo, porque temía que el comunismo se llevase por delante a la empresa más vieja y rentable del mundo; tratamos con la organización que beatifica al mismo Papa que apoyó, arropó y le rió las gracias al asesino Pinochet; tratamos con esa iglesia de San Pedro que escribe cartas abiertas, bajo pretextos basados en una ética instrumentalizada e instrumentalizadora, con el único fin de buscar a un enemigo común al que enfrentarse para mantener junta a una comunidad que cada vez se disuelve más porque no está ciega. Esa misma comunidad que comprende que la ética nada tiene que ver con el la sexualidad; pero que sabe, que sí tiene que ver con personas que utilizan la misericordia hacia los pobres y desvalidos como caballo de batalla, mientras viven en palacios y visten joyas que valen millones; que sabe, que sí tiene que ver con discriminar y menospreciar a las mujeres, sin ningún tapujo, en el seno de las instituciones católicas; que sabe, que sí tiene que ver con preocuparse de los fetos, pero no decir ni esta boca es mía sobre las políticas que han llevado al 30% de los niños españoles a la pobreza; y que sabe, que sí tiene que ver con condenar que yo mantenga relaciones consentidas con otro hombre, pero permitir que otros las tengan sin consentimiento con menores.

Ésta y no otra es la calaña con la que tratamos; y Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, se atreve a decir que quien incumpla su mandato será excomulgado latae sententiae y estará condenado a arder en las calderas de Pedro Botero por el resto de sus días, después de morir. ¡Vivan los sinsentidos! Pues muy bien, como que al parecer yo soy un anticristo y represento a la satánica trinidad y no tengo ningún chance de ir a su cielo; por mí, ya se puede meter su arenga, al hippie, el ente incorpóreo, la paloma, a la del coño paranormal, al padre, al hijo, el espíritu santo, el santo sudario, el santo prepucio, su mitra y cuarto y mitad de hostias consagradas, por donde no le quepan, para ver si dilata un poco porque le hace falta, que tiene usted cara de estar un poco apretado.

Vaya usted con Dios.

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