Wednesday 10 September 2014

Colecciones, coleccionistas y Emilio Botín

Dice el DRAE que una colección es un “conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor”. Luego están los coleccionistas; los hay que coleccionan sellos, los hay que monedas, postales, saquitos de azúcar, imanes de nevera, ositos Whinnie Pooh o ropa interior de examantes; el cine nos regala hasta algunos que coleccionan vello púbico de jovencitas, que custodian en botes de cristal con fecha, nombre y edad de la donante. Estas personas coleccionan porque tienen un interés particular en las cosas que reúnen.

Para ser un coleccionista, no solo hace falta la voluntad de serlo, hacen falta otras cualidades, que según lo que se coleccione variarán en tipo y en grado. Si por ejemplo, yo colecciono saquitos de azúcar, me harán falta, primero, perseverancia, para coger azucarillos cada vez que voy a un bar y segundo, ser muy pesado, para darle el coñazo a todos mis amigos para que se acuerden de coger los saquitos de marras y que luego no se olviden de traérmelos. Sin embargo, si en vez de azucarillos, colecciono iconos bizantinos del S.XVI, me harán falta otras cualidades; tendré que saber de arte para que no me den gato por liebre, necesitaré ser adinerado para comprar las piezas, tener destreza para saber dónde encontrarlas y seguramente un gusto exquisito que me permita, a simple vista, saber qué iconos bizantinos son más apreciados y quizás hasta de qué zona provienen.

Luego, hay unos señores de indudable calidad moral, porque no hay duda que su calidad moral es nula, que coleccionan dinero. Canallas que también tienen un especial interés en el valor de lo que coleccionan, y que poseen unas cualidades maravillosas para engordar sus colecciones hasta límites insospechables.

Las colecciones de dinero y los repugnantes coleccionistas que las engordan, son muy peculiares. En cuanto a las colecciones en sí, una de sus singularidades, es que no se les pueden aplicar conceptos cualitativos. Así, por ejemplo, el ya difunto señor Botín, no hubiera podido pasear a un invitado por una de sus cámaras acorazadas y decirle algo tipo: “¡Mire qué preciosidad! Estos 200 millones son de 600 familias que desahucié de un plumazo hace 10 años. Seguro que recuerda aquellos 4 desgraciados que se suicidaron en Madrid en menos de dos semanas. Mire, mire, ¡tóquelos! Parte de estos millones fueron de ellos. ¡Qué hermosura, oiga!”. No, en las colecciones de dinero no hay calidad, se trata solo de cantidad. En cuanto a los indecorosos coleccionistas de dinero, también tienen sus particularidades; la más determinante es la codicia, que va un pasito por delante de la indiferencia más absoluta ante el sufrimiento ajeno; grandes tipos los coleccionistas de dinero.

Pero esto no es todo, hay una peculiaridad más, que seguramente es la más abominable de todas y que se refiere al objeto coleccionado, el dinero. La acepción en términos económicos de la palabra dinero es: Medio de cambio de curso legal. O sea, que la razón de ser del dinero es que existe para ser cambiado, para que circule. Así pues coleccionar dinero es subversivo porque va en contra de la naturaleza del concepto del propio dinero.

¿Se podría decir que esos señores no son coleccionistas si no que son ahorradores a gran escala? Creo que no. Por definición, ahorrar es “guardar dinero como previsión para necesidades futuras”. ¿Hay alguien que pueda creer que es una necesidad algo que cuesta 7.000 millones de dólares, que es lo que tenía el señor Botín según Forbes? Pues eso, lo que hacen estos señores es coleccionar dinero y disfrutar del hecho de tenerlo, no de gastarlo.

Emilio, como que ya muerto estás, me permitiré el lujo de tutearte. Dime, ¿para qué coño querías tantos millones?, usurero, ¿para que te enterrasen con ellos?, ¿para morirte con la certeza de que eran tuyos y de nadie más?, ¿de verdad te creías que tu codicia era más importante que las vidas que jodiste a tanta gente? Supongo que sí, por eso me repugnas. Señores coleccionistas de dinero, ¡basta ya de joder la vida a los que sí necesitan eso que vosotros coleccionáis! Si la miseria fuese dinero y el dinero fuera miseria, seguiríais siendo iguales, porque sois tan ricos como miserables y no conocéis lo que es la dignidad.

Emilio, de todo corazón, espero que tanta paz dejes como dolor has causado.

Un beso ninja

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